Noche de Dancin´ (3° y último capítulo)
2º Tiempo: La interacción
A medida que transcurre el tiempo, la gente comienza a poblar la pista, a ocupar la pista, a llenar la pista, a saturar la pista, a EXCEDER la pista!
Lo que empieza siendo un baile, lentamente desencadena en un sálvese-quien-pueda y pseudo batalla campal por mantener un lugar "fijo" en la marea de gente, a fuerza de taco en el pie y/o codazo en la costilla (mecanismos de defensa, claro está)
Algunos personajes pasan la mayor parte de la noche caminando. Sí, ca-mi-nan-do! Todavía no logró esta escriba discernir si lo que buscan es el camino al éxito o recuperar el estado físico, pero lo cierto es que circulan all night long, con la consecuente molestia a los dancers de turno.
Otros, peligrosos, bailan fervorosamente todo tipo de ritmo con un cigarrillo encendido en la mano, sembrando el pánico a su alrededor (tanta remerita 100% lycra y su alto potencial inflamable).
Los parlantes, puentes, escenarios y demás elevaciones, son sólo para osados; implican exposición pero también la posibilidad de bailar tranqui y sin pisotones, etc.
Seres que se acercan, se alejan, se buscan, y a veces, se encuentran. En mis épocas de público de matinée, el broche de oro de la noche era el rato de "los lentos". Momento que era aprovechado por los muchachos para acercarse y entablar relación (o, al menos, diálogo) con aquella niña a la que habían estado echando el ojo. Grande fue mi decepción cuando empecé a ir a bailar a la noche y no pasaban lentos!
Hoy por hoy, son pocos los boliches que los pasan, como nota de color, o excentricidad; y ya el sentido no es el mismo. Ahora no son "la" ocasión para el acercamiento, para desplegar la capacidad chamuyeril en la sublime empresa de ganarse la simpatía y/o el corazón de la fémina (o el muchacho) en cuestión. Se perdió el encanto de antaño. Ahora, sacan a bailar a la que se cruce si el alcohol, en el mejor de los casos no surtió efecto. Es momento en que se lanzan al ataque cual tackle de rugby o lucha de catch; mientras ellas intentan deshacerse de esa humanidad que se les viene al humo.
O sino, ellos quedan dibujados en el centro de la pista, tratando de sobrellevar la situación con una intempestiva ida a la barra; y ellas aprovechan para sentarse a descansar los pies o ir al baño (de preferencia, acompañadas así matan dos pájaros de un tiro mientras ponen al día a su amiga)
Qué devaluados los lentos! Pensar que antes eran EL momento y ahora hacen las veces de "entreacto" (se me pianta un lagrimón de un momento a otro). Sin ponernos a hacer paralelismos entre lo que sucede intra y extramuros del boliche. Análisis que no llevan a ningún lado relacionados con la realidad fast food en que vivimos.
...
De vuelta con la música arriba, up up, los hits, para un final a todo clamor (con los que aún quedan en pie). Suele suceder que el último rato sea música electrónica cada vez más incomprensible, abstracta y monótona, como para animar al público a abandonar el lugar. Multitud en el guardarropas y patovicas que van desalojando los espacios. Intercambio de n° de celulares, y/o mails. Ya en desuso (q pena) ese momento glorioso en que el muchacho se acercaba al barman con cara de winner y le pedía un papelito y una birome. Gente que se dispersa a desayunar, taza taza (entre otras variantes). Y colorín, colorado, este sábado ha terminado. Punto.
A medida que transcurre el tiempo, la gente comienza a poblar la pista, a ocupar la pista, a llenar la pista, a saturar la pista, a EXCEDER la pista!
Lo que empieza siendo un baile, lentamente desencadena en un sálvese-quien-pueda y pseudo batalla campal por mantener un lugar "fijo" en la marea de gente, a fuerza de taco en el pie y/o codazo en la costilla (mecanismos de defensa, claro está)
Algunos personajes pasan la mayor parte de la noche caminando. Sí, ca-mi-nan-do! Todavía no logró esta escriba discernir si lo que buscan es el camino al éxito o recuperar el estado físico, pero lo cierto es que circulan all night long, con la consecuente molestia a los dancers de turno.
Otros, peligrosos, bailan fervorosamente todo tipo de ritmo con un cigarrillo encendido en la mano, sembrando el pánico a su alrededor (tanta remerita 100% lycra y su alto potencial inflamable).
Los parlantes, puentes, escenarios y demás elevaciones, son sólo para osados; implican exposición pero también la posibilidad de bailar tranqui y sin pisotones, etc.
Seres que se acercan, se alejan, se buscan, y a veces, se encuentran. En mis épocas de público de matinée, el broche de oro de la noche era el rato de "los lentos". Momento que era aprovechado por los muchachos para acercarse y entablar relación (o, al menos, diálogo) con aquella niña a la que habían estado echando el ojo. Grande fue mi decepción cuando empecé a ir a bailar a la noche y no pasaban lentos!
Hoy por hoy, son pocos los boliches que los pasan, como nota de color, o excentricidad; y ya el sentido no es el mismo. Ahora no son "la" ocasión para el acercamiento, para desplegar la capacidad chamuyeril en la sublime empresa de ganarse la simpatía y/o el corazón de la fémina (o el muchacho) en cuestión. Se perdió el encanto de antaño. Ahora, sacan a bailar a la que se cruce si el alcohol, en el mejor de los casos no surtió efecto. Es momento en que se lanzan al ataque cual tackle de rugby o lucha de catch; mientras ellas intentan deshacerse de esa humanidad que se les viene al humo.
O sino, ellos quedan dibujados en el centro de la pista, tratando de sobrellevar la situación con una intempestiva ida a la barra; y ellas aprovechan para sentarse a descansar los pies o ir al baño (de preferencia, acompañadas así matan dos pájaros de un tiro mientras ponen al día a su amiga)
Qué devaluados los lentos! Pensar que antes eran EL momento y ahora hacen las veces de "entreacto" (se me pianta un lagrimón de un momento a otro). Sin ponernos a hacer paralelismos entre lo que sucede intra y extramuros del boliche. Análisis que no llevan a ningún lado relacionados con la realidad fast food en que vivimos.
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De vuelta con la música arriba, up up, los hits, para un final a todo clamor (con los que aún quedan en pie). Suele suceder que el último rato sea música electrónica cada vez más incomprensible, abstracta y monótona, como para animar al público a abandonar el lugar. Multitud en el guardarropas y patovicas que van desalojando los espacios. Intercambio de n° de celulares, y/o mails. Ya en desuso (q pena) ese momento glorioso en que el muchacho se acercaba al barman con cara de winner y le pedía un papelito y una birome. Gente que se dispersa a desayunar, taza taza (entre otras variantes). Y colorín, colorado, este sábado ha terminado. Punto.
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